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FUJIMORI Toshiki (FUJIMORI Toshiki)
Sexo Masculino   Edad al momento de sufrir la bomba atómica
Fecha de grabación 2014.10.8  Edad al momento de la grabación 70 
Lugar donde fue expuesto a la bomba atómica Hiroshima(Distancia desde el hipocentro:2.3km) 
Hall site Sala Nacional de la Paz en Memoria de las Víctimas de la Bomba Atómica de Hiroshima 
Dubbed in Spanish/
With Spanish subtitles
With Spanish subtitles 

Fujimori Toshiki, 1 año y 4 meses en el momento de la explosión. Se encontraba a 2,3 kilómetros del epicentro, en el barrio Ushita. Su hermana Toshiko había sido asignada a realizar tareas de demolición de edificios. Como no volvía, La familia la buscó repetidamente cerca del lugar de la explosión. En la orilla del río, al lado de los escombros, había restos de cuerpos de estudiantes colocados en hileras. No se pudo encontrar a Toshiko. Tan solo se recuperó su bolsa. Continua relatando su experiencia de la bomba atómica y la difunde al mundo con la esperanza de terminar con las guerras y las armas nucleares. Desea compartir su testimonio con el mayor número posible de personas.

【La vida de la familia antes de la Bomba Atómica.】
Éramos una familia muy grande: mi abuelo, mis padres y 9 hermanos.En total, 12 personas. Mi familia tenía una fábrica de muebles y había muchos aprendices,Así que había mucho movimiento, según me dijeron. Para alimentarnos, mi madre criaba gallinas.También cultivaba verduras como calabazas, tomates y pepinos. Y como no nos alcanzaba con eso,mamá también iba a recoger alimentos al campo. Al este de la ciudad de Hiroshima había un pueblo: Shiwahori. Allí estaba la casa familiar de mi madre. Dos de mis hermanos estudiaban en la escuela primaria,y todos los alumnos y profesores habían sido evacuados a otro lugar,lejos de la ciudad de Hiroshima. Mis hermanas mellizas todavía no habían ingresado a la escuela, así que se habían refugiado en la casa de la familia de mamá, en el campo. Éramos 9 hermanos, y entre la mayor y yo había una diferencia de 20 años. En el momento de la explosión de la bomba atómica, mi hermana mayor se dirigía a su trabajo en la oficina de comunicaciones de Hiroshima. Mi segunda hermana mayor, Yasuko, también se dirigía a su trabajo,al oeste de Hiroshima. Trabajaba en la superintendencia de transporte marítimo de la ciudad de Itsukaichi. Mi tercera hermana mayor iba a la escuela secundaria superior municipal para chicas N.º1 de Hiroshima. Cursaba 4º año. Mi cuarta hermana era estudiante de primer curso. Mi tercera hermana había sido movilizada para trabajar en la acería Japan Steel Works Ltd., para ayudar en la fabricación de balas. Justo ese día 6 de agosto la acería estaba cerrada porque no había electricidad, por eso mi hermana estaba en casa.

【El 6 de agosto】
El 6 de agosto no me encontraba muy bien, así que mi madre estaba a punto de llevarme al Hospital de Comunicaciones de Hiroshima. Sonó la alarma, pero solo pasó un avión de reconocimiento y no hubo ningún bombardeo. No habían pasado ni 30 minutos cuando se suspendió la alerta, faltaba poco para las 7:30. Los tranvías de Hiroshima volvieron a funcionar y se recuperó la actividad normal. Mi madre me llevaba atado a su espalda y se dirigía al Hospital de comunicaciones por la orilla del río Kyobashi. Hay dos puentes que todavía están allí: el Kohei y el Kanda. Mi madre iba caminando entre esos dos puentes. La alarma había cesado, pero se escuchó un B-29. Así que mi madre se puso a cubierto por si ocurría algo. En ese instante explotó la bomba y nosotros salimos despedidos por el aire. Entre el lugar de la explosión y donde estábamos nosotros, había una casa de dos pisos. Gracias a eso, el calor de la onda explosiva no nos alcanzó directamente. Salimos despedidos por la fuerza de la onda y fuimos a caer a la orilla del río. No sé cuánto tiempo pasó; yo iba atado a la espalda de mi madre, pero al parecer caí sobre su estómago. Mi madre me cogió en brazos y subió corriendo por la orilla del río. Salía mucho humo desde el centro de Hiroshima, y detrás se veían las llamas, según me dijeron.

Sin saber bien cómo, mi madre consiguió eludir las llamas y huyó llevándome a la montaña de Ushita. Hay una vieja torre de hormigón conmemorativa que todavía está allí desde la época de la guerra. Está ubicada en un llano en medio de la montaña. Al parecer, escapamos del fuego y subimos allí. Fue una situación terrible, e imagino que mi madre estaba en estado de shock. Los lugares donde trabajaban sus hijos, mis hermanos, estaban envueltos en llamas y humo. No había nada que se pudiera hacer. No es que hubiera un plan de emergencia establecido para reunirse en la montaña de Ushita, pero cada cual por su cuenta llegó a la montaña de Ushita. Mi abuelo y mi tercera hermana, Misao, quedaron atrapados bajo la casa, que se había derrumbado por la onda expansiva. De alguna manera, Misao logró salir gateando, llena de heridas, y llorando huyó a la montaña de Ushita. Posiblemente pensó que se salvaría escondiéndose en las montañas. Mi abuelo y mi tercera hermana llegaron cada uno por su cuenta a la montaña de Ushita. La mayor de mis hermanas, que trabajaba en la oficina de comunicaciones de Hiroshima, sufrió el impacto dentro del edificio a 1,4 kilómetros del epicentro de la explosión. Aunque estaba muy cerca del lugar en el que impactó la bomba, el edificio de hormigón no se derrumbó. El interior quedó en ruinas, pero ella también logró llegar a la montaña de Ushita. Mi hermana pudo huir a la montaña sin sufrir heridas. Ese día, mi segunda hermana estaba en Itsukaichi, así que se quedó allí. Mi cuarta hermana, Toshiko, no apareció. Cuatro de los hijos pequeños habían sido evacuados a otro lugar, así que no les sucedió nada. Mi padre estaba en su trabajo, en el distrito de la construcción cerca de la estación de Hiroshima. Volvió al caer la noche. De una familia de 12, 4 habían sido evacuados, 8 sufrimos el impacto y 2 no volvieron ese día.

【Buscando a mi hermana Toshiko.】
El día 7 de agosto la ciudad todavía estaba en llamas y había mucho humo. La mayor de mis hermanas, Hidemi, y mi padre salieron a buscar a Toshiko. Mi padre no quería que Hidemi le acompañara, porque pensaba que era peligroso, pero ella insistió en ir, así que salieron juntos a buscarla por la ciudad. Este episodio me lo contó mi madre, y también mi padre y mi hermana. El 6 de agosto habían evacuado los edificios cercanos al epicentro. Al parecer ellos estuvieron buscándola por esa zona. No pudieron encontrar a Toshiko. Al día siguiente, mi madre salió a buscarla llevándome atado a su espalda. Muchas más veces salimos a buscarla, pero su cuerpo no apareció. Al lado de una pared de barro del templo, vimos muchas bolsas de tela. Nos dimos cuenta de que una de ellas pertenecía a Toshiko, por lo que había en su interior. Mi madre la trajo a casa y desde entonces la guardamos. Cuando mis padres murieron, donamos la bolsa y su uniforme de marinera al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima.
El uniforme de marinera resulta sorprendentemente pequeño cuando uno lo ve. No creo que se haya hecho más pequeño con el paso del tiempo, pero de verdad que es un uniforme diminuto. Según lo que me contaron mi padre y mi hermana mayor, Hidemi, que salieron a buscar a Toshiko en la mañana del 7 de agosto, entre las montañas de escombros había cadáveres por todas partes. Sobre el banco de arena que se había formado en el lecho del río, había numerosos cuerpos de chicas muertas. Era una situación terrible. En los dibujos sobre la explosión atómica se puede ver cómo la gente murió al meterse en el agua, cuando intentaban huir del fuego y del calor. Los caballos y bueyes que entonces se usaban para el transporte estaban tirados en las calles. Y como era verano, el rápido proceso de putrefacción los hacía hincharse. Era un espectáculo terrible. Me dijeron que no se podía describir con palabras. Lo que mis padres nos contaron muchas veces fue que por la noche se veían bolas de fuego de color amarillo. Después de la explosión, no había luz en las calles. Pero en la noche oscura se podía ver arder el fósforo, según me contaron.

【Daño a la salud】
Los ocho miembros de la familia que estábamos en Hiroshima, todos enfermamos de una u otra forma. Entre otros males, sufrimos la enfermedad púrpura (PTI). No sé cuál fue la causa, pero comencé a supurar por la mitad superior del cuerpo y me envolvieron en gasas. Todos creían que me iba a morir. A todos se nos cayó el pelo. Estábamos asustados, pero no había nada que pudiéramos hacer. No sabíamos qué nos pasaba y tampoco teníamos medicinas. Pocos médicos conocían estas enfermedades. Debió ser terrible.

【La vida durante la posguerra】
Como todavía era pequeño, no tengo muchos recuerdos de esa época. Pero sí me acuerdo de la continua sensación de hambre. Me acuerdo de que mi familia hablaba mucho de la calabaza kabocha. Con tal que haya sol y agua, la calabaza crece; pero eso no quiere decir que siempre esté sabrosa. Las calabazas que hay ahora son muy dulces y deliciosas, pero en aquella época era lo único que había para comer y estábamos hastiados. La distribución de alimentos era muy deficiente. Los padres de mi madre eran agricultores, así que mi madre iba a menudo a comprar alimentos en su granja. La compra de alimentos estaba regulada; no había libertad. Por ejemplo, si te sorprendían comprando y llevando arroz a casa, te lo confiscaban. Incluso yo tengo recuerdos de eso. Una vez vi a mi madre bajarse del tren en la estación Hachihonnmatsu e ir a comprar arroz en la granja de sus padres. Luego, en el tren de regreso, la registraron y le confiscaron todo el arroz. Recuerdo haber visto a la gente pasando muchas penurias para conseguir comida.

【Secuelas en la segunda generación de las víctimas.】
Misao tuvo dos hijos. Pero hacia 1960, el mayor contrajo la polio. Misao pensó si no habría sido por efecto de la bomba. Ella y su esposo acordaron no tener más hijos. Parece que las secuelas del hijo mayor no fueron graves. El segundo hijo varón nació sano y todos nos alegramos. Durante el verano, cuando él tenía 4 años, de repente se enfermó y perdió el apetito. Al observar los síntomas de su hijo menor, vimos que eran los mismos que Misao había sufrido tras la explosión de la bomba, así que nos asustamos mucho. El interior de su boca se hinchó y le sangraban las encías.  Nos asustamos y corrimos al hospital de la Universidad de Hiroshima. Nos dijeron que tenía leucemia aguda linfocítica. En aquella época, esa enfermedad significaba la muerte, y Misao sufrió un terrible shock. Su segundo hijo cumplió los cinco años y hasta los seis, pero entraba y salía del hospital continuamente. A los siete años, cuando estaba en primer curso de la escuela primaria, murió de leucemia. Tanto para él como para la familia, fue una tragedia. La historia que Misao y su esposo escribieron sobre la lucha contra la enfermedad de su hijo, titulada «Quería vivir», fue recogida por un escritor y publicada en dos libros ilustrados. Por aquel entonces empezaban a conocerse los efectos de la radiación de la bomba sobre la segunda generación de víctimas. El problema adquirió un carácter social muy grave.


【Para que no haya más víctimas de la bomba】
Todos los años, el 6 de agosto, mi madre solía reunirnos a todos y nos hablaba de su experiencia de aquel día. Salvo ese día, nunca hablaba de ello. Cuando mi madre comenzaba a contarnos lo que pasó, mi padre y mi hermana también se unían a la narración. Tengo grabadas en mi memoria esas conversaciones. Por aquel entonces, yo aún era un escolar. A mi madre se le caían las lágrimas mientras hablaba. Una vez le pregunté que por qué hablaba de ello, si le resultaba tan amargo contarlo. Me contestó que no quería que se repitiera y que nosotros tuviéramos que vivirlo de nuevo. Para un escolar como yo, era difícil entender porqué hablar de ello podía evitar que se repitiera. Mi madre nos contó lo que vivió y nos transmitió la idea de que difundir este testimonio evitaría que se arrojase otra bomba atómica. Creo que ella llegó a esta conclusión de forma intuitiva. Recién cuando llegué a la edad de jubilarme, empecé a entender por qué pensaba eso y por qué nos contaba su historia.

Lo que todos los supervivientes repiten es que no quieren que haya más víctimas de una bomba atómica. Esto implica, por supuesto, el fin de las guerras nucleares y la destrucción de todas las armas nucleares. La única forma de garantizar que no haya más víctimas es el fin de las armas nucleares. Nadie tiene intención de usar armas nucleares. Y si no se van a usar, hay que destruirlas todas definitivamente. Es la única forma de garantizar la seguridad del planeta; este es nuestro modo de pensar. Pensamos seguir insistiendo ante el mundo, reclamando el fin de las armas nucleares. «El oyente de hoy es el narrador de mañana» dice un refrán. Nuestro objetivo es que la persona que hoy escucha el relato de un superviviente pueda mañana contar a otros esta historia. Es decir, queremos que se difunda el testimonio de las víctimas. Creemos que la exhortación de los supervivientes a terminar con las armas atómicas puede llegar al corazón de muchas personas. Si difundimos su testimonio en el mundo, este acabará llegando a todos los corazones. Podremos tener la esperanza de que no habrá más guerras ni armas nucleares. Sabemos que las armas nucleares no desaparecerán a corto plazo, pero queremos ser escuchados, aunque sea tan solo por una persona más.

 

Traductora: Tomoko Aikawa
Revisora: Gisele Fernández Lázaro
Coordinador: NET-GTAS (Network of Translators for the Globalization of the Testimonies of Atomic Bomb Survivors)

 
 

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