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KIMURA Hisako (KIMURA Hisako)
Sexo Femenino   Edad al momento de sufrir la bomba atómica
Fecha de grabación 2005.10.14  Edad al momento de la grabación 68 
Lugar donde fue expuesto a la bomba atómica Hiroshima(Distancia desde el hipocentro:1.6km) 
Hall site Sala Nacional de la Paz en Memoria de las Víctimas de la Bomba Atómica de Hiroshima 
Dubbed in Spanish/
With Spanish subtitles
With Spanish subtitles 
KIMURA Hisako, 8 años de edad entonces. Durante la guerra pese a las circunstancias, vivía feliz. Siendo muy pequeña, Kimura no tiene memoria del momento en que sufrió la explosion. Lo único que recuerda es la figura de su abuelo gravemente herido y de otras escenas trágicas. La llama del terror cobró la vida de diez parientes incluido su padre, y destruyó la feliz vida que llevaba hasta entonces.
 
El 5 de agosto me despedí de mi padre y fui a casa de mi abuelo en Osuga-cho. La casa principal de mi abuelo estaba en Onomichi. La casa en Osuga-cho era como una casa de campo Era para pasar el verano y a veces llegaban nuestro abuelo, tíos y tías a quedarse por un rato. El 6 de agosto no fui a la escuela, y de casualidad fuimos con mi mamá y mis hermanos a la casa de nuestro abuelo. El día 6 antes de desayunar sonó la alarma de emergencia de un ataque aéreo. La alarma cesó y empezamos a comer; yo creo que fue un rato después de que terminamos de comer. Mi abuelo estaba en el jardín ocupado con sus plantas. Mis tíos, tías, yo, mi mamá, hermanos y también mis primos estábamos dentro de la casa.
 
A las 8:15 la bomba cayó y derrumbó nuestra casa, nosotros quedamos atrapados debajo. De ahí no recuerdo cuánto tiempo pasó. Al darme cuenta mi mamá no estaba, aunque mis tíos sí. Todos dicen que vieron algo brillante, pero yo no recuerdo ni esa luz. Tal vez en ese momento ya estaba desmayada; no recuerdo de absolutamente nada.
 
Cuado me di cuenta mi abuelo estaba al lado. Mi abuelo estaba totalmente quemado y no era el abuelo que había visto un momento antes. Su piel estaba caída y colgando, estaba enrojecido.
Aunque siendo pequeña me preguntaba ¿qué habrá pasado?, ¿qué pasará con mi abuelo?  Me inquietaba no saber dónde estaba mi madre y me puse a llorar. Mi hermano mayor me dijo: “¡Deja de llorar!” Mi hermano mayor de 4º grado me decía “sé fuerte y no llores.” Me pareció que tenía razón y que no había más que callar y esperar.
 
Junto con mi abuelo nos dirigimos a la estación de Hiroshima. Los soldados nos dijeron que al parecer había caído algo terrible y que saliésemos de Hiroshima. Así quehuimos hacia la estación de Hiroshima. Allí los soldados estaban apilando montañas de cadáveres a los costados del camino y ya no quedaba camino libre. Al darme cuenta todo estaba oscurecido, ensombrecido. Al pensar ahora en cómo era el color de esa oscuridad, es algo que no puedo definir. Ibamos caminando y de la pila de cadáveres que los soldados iban formando al arrojar los cuerpos,una mano salió y me agarró de la pierna.
 
Era un herido
No pude saber si era una mujer o un varón, una persona mayor o un niño. Agarrándose de mi pierna, me suplicaba: “mamá,  ayúdame”. La piel de esa persona quedó completamente pegada a mi pierna, y como no podía soportarlo, lo hice a un lado. Lo que recuerdo es que mis tíos y tías me llevaron corriendo. No sé cuánto tiempo pasó; oí que en Hiroshima había sucedido algo espantoso; desde Onomichi habían venido a recogernos; nos encontramos en un lugar; y junto con mi abuelo llegamos finalmente a Onomichi.
 
Teníamos que atender al abuelo. Yo cumplía tal cual me decía la gente grande para cuidar a mi abuelo, pero eso fue muy doloroso para mí. Porque del cuerpo de mi abuelo salían muchas larvas. Yo se las sacaba con una pinza mientras pensaba cómo pueden surgir tantas larvas. El olor del cuerpo de mi abuelo era insoportablemente desagradable; un olor imposible de describir con algo similar. No era un olor como de pescado podrido; ese olor no existe en ninguna parte. Era tan desagradable ese olor que sentía que ya no quería cuidar a nadie más así. En mi mente de niña pensé que sería mejor que mi abuelo se muriese pronto,Ahora mi arrepentimiento no tiene Consuelo. Esta herida indescriptible que llevo en mi corazón me resulta insoportable.
 
Mi madre volvió con mi padre a Onomichi. Mi madre estaba bien, pero mi padre volvió dentro de un pequeño frasco de medicina. Al verlo, igualmente me sentí aliviada. Sabía que mi padre ya no tenía caso pero menos mal mi madre seguía viva.Me alegré al saber que no iba a quedar huérfana.
 
Mi madre alentó a su padre mientras miraba su silueta y le dijo: “Sadaomi murió el día 9”. Creo que debió ser insoportable para mi madre. Perdió a su padre, perdió a su esposo, y ahora con 93 años sigue viviendo, pero no quiere hablar nada. Yo siempre la he visto como una pobre madre. Una vez pensé en qué le sucedió a mi padre. En ese momento le pregunté a mi madre
y como lo imaginaba, mi padre había ido a buscarnos. En el momento en que cayó la bomba, él estaba en visita médica domiciliaria junto con la enfermera. La enfermera salió volando por la explosión y quedó desaparecida. Mi padre fue caminando solo hasta nuestra casa pero nosotros no estábamos allí. Mi padre estaba herido y como era médico, se debió haber dado cuenta de que no viviría mucho. Fue a Midorii-mura en Asa-gun, donde estaban otros colegas y se quedó allí en cama.
 
Mi madre fue expuesta a la explosión en Osuga-cho y decidió que debía ir hasta donde estaba su esposo. A nosotros nos dejó en manos de nuestros tíos y ella fue a buscar a mi padre. Mi madre se reencontró con mi padre en la mañana del 9. En Midorii-mura está la clínica Imai. Creo que todavía existe. Ella fue hasta allí y encontró a mi padre en cama. Al parecer mi padre dijo estar  “desilusionado" por terminar así su vida. Era médico y se daba cuenta de su propia condición. Dijo: “lamento tener que dejarte con 4 hijos. Quiero ver el cielo azul de Hiroshima.” Esas fueron sus últimas palabras. El 9 por la noche mi padre se fue al otro mundo. Según el testimonio de mi madre, mi padre fue rociado con combustible y cremado en la pradera por soldados. El cuerpo humano es muy difícil de quemar. Parece que de la cadera hacia abajo, sus piernas no lograron quemarse totalmente. Pero los soldados dijeron que “es posible que ocurra una segunda catástrofe así que debe salir de Hiroshima”. Mi madre solo pudo recoger unos pocos restos de huesos para traer. Los restos de mi padre creo que están enterrados en la pradera. Mamá volvió entonces a Onomichi.
 
Durante mis años estudiantiles yo tenía que hacer las cosas de la casa y también cuidar de mis hermanos,mientras mi madre trabajaba. Ella había sido criada desde su nacimiento para ser una señorita, pero ahora le tocaba trabajar. Cuando regresaba a casa se ponía histérica. Yo tenía que cuidar en todo momento que las cosas que había que hacer se hiciesen, para que así ella no se ponga histérica. Realmente no pude disfrutar de mi juventud. Siendo las cosas como eran, a veces quería irme de casa; y una vez se me ocurrió querer estar junto con mi padre
Pero al pensar en todo el sufrimiento que mi madre pasaba aún mayor que los míos, me decía a mí misma que así no era no podía quitarme la vida y debía seguir haciendo esfuerzos.
 
A los 20 años me mudé a Tokio. Eso fue porque para estudiar en la universidad, todos iban a Tokio. Nosotras decidimos ir juntas también, y así es como fui a Tokio con mi madre. Nos deshicimos de nuestra casa de Hiroshima y fuimos a Tokio. Y allí conocí a mi esposo. Mi esposo es de Yamagata, de la región de Tōhoku (al norte del Japón) y la gente de allí no tiene idea de lo que fue la bomba atómica. Cuando le hablé y le dije: “Yo estuve allí cuando cayó la bomba”, él me contestó “todo está bien”, como diciendo “¿y qué pasa con eso?”Cuando hablé del tema con los padres de mi esposo, ellos tampoco entendían. Nos casamos en 1967. Actualmente se transmite por televisión y otros medios información sobre la bomba atómica, pero antes no se sabía.
 
Al casarme con Kimura, estuve muy preocupada por cómo serían nuestros hijos. En el embarazo de mi primer hijo me preocupé gravemente sobre si nacería bien, o con discapacidades. Estar pensando esas cosas era igualmente inútil, y era natural realizarme como madre dando a luz deseaba tener hijos y finalmente dí a luz. Nació un bebé muy hermoso. Era muy pequeño, cerca de 2,400 gramos. Otra madre que dio a luz al mismo tiempo tuvo un bebé de 4,000 gramos. Mi hijo sufría de los bronquios y tenía que llevarlo al hospital en toda época del año. Ahora ya es adulto y tiene dos hijos varones.
 
Mi esposo es muy comprensivo; me dijo: “Ser hibakusha no es algo contagioso; si hay algún problema, eso debería ser algo clínico, así que es cuestión de tratamiento y listo.”A mí me practicaron una operación de cataratas y antes de eso, tuve mioma uterino que se convirtió en tumor malign. No lo había revelado antes pero me extrajeron todo el útero y con eso ya me quedé sin poder volver a dar a luz. Ahora estoy bien de salud y si no me siento bien enseguida voy al medico.
 
Yo tuve mucha suerte en mi matrimonio. He sufrido mucho antes de casarme y al menos en mi matrimonio quería ser afortunada. Tengo un esposo y unos hijos bondadosos. Actualmente somos una familia de 8, y todos felices.
 
Mi mensaje
A 60 años después de la explosión quise hacer de esta ocasión mi despedida final a la bomba atómica y fui a Hiroshima. Pero al visitar la tumba de mi padre siento como si me gritara:  “Yo te encomendé esta misión en la vida!”Creo que yo debo continuar con este movimiento
para hacer un mundo realmente pacífico y no causar más hibakusha siento que mi padre me exige que siga activa en el movimiento para dejar este legado a las siguientes generaciones me quedé convencida de eso y regresé a Sendai.
 
Ahora hay una guerra en Irak. No quiero que se provoquen más guerras. El hombre fabricó la bomba atómica y las armas nucleares, y el hombre definitivamente puede acabar con ellas. Estamos sumando voces uno por uno para lograr eliminar al menos una arma nuclear,  trasmitimos a todos el deseo de dejar a las próximas generaciones un mundo pacífico sin armas nucleares, estamos luchando con todas nuestras fuerzas.
 
Traducción:Tomoko Aikawa
Revisión: Iván Cárdenas
Coordinación: NET-GTAS (Network of Translators for the Globalization of the Testimonies of Atomic Bomb Survivors)



 
 
 

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