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NANBA Wataru (NANBA Wataru)
Sexo Masculino   Edad al momento de sufrir la bomba atómica 18 
Fecha de grabación 2017.11.6  Edad al momento de la grabación 90 
Lugar donde fue expuesto a la bomba atómica Hiroshima(Distancia desde el hipocentro:2.0km) 
Hall site Sala Nacional de la Paz en Memoria de las Víctimas de la Bomba Atómica de Hiroshima 
Dubbed in Spanish/
With Spanish subtitles
With Spanish subtitles 
Wataru Nanba. 18 años en ese momento. Fue expuesto a la radiación atómica en el Colegio Técnico de Hiroshima, en Sendamachi 3 chome, a unos 2 km del hipocentro. Mientras evacuaba, se indignó ante la trágica escena de los niños caminando, reducidos a meras sombras de sus figuras.

Nació en California y fue enviado a la casa de sus abuelos en Hiroshima para recibir educación japonesa. Debido a la guerra siguió separado de su familia que fue llevada a un campo de concentración de Estados Unidos.

Al terminar la guerra, regresó a Estados Unidos donde fue reclutado para trabajar en Japón durante la Guerra de Corea. Después de ser dado de baja, empezó a trabajar en una compañía de aviones, se molestaba a veces cuando algunos de sus compañeros le preguntaron sobre la justificación o razonabilidad de la bomba atómica. Nos cuenta: «Quiero que tomen interés en la bomba atómica que nos lleva a un paso de la extinción»,

【Vida antes de la explosión atómica】
Nací en la ciudad de Lodi en el norte de California, un pueblo famoso por sus huertos de uva, donde residí hasta el jardín de infantes. Después de eso, en ese momento, pocas personas en los Estados Unidos podían conseguir empleo por más que tuviesen títulos universitarios. Creo que mi padre me llevó de regreso a Japón, en parte porque era mejor que yo recibiese educación japonesa.

Cuando estaba en tercer grado de la escuela primaria, mis padres decidieron regresar a Estados Unidos, pero contraje una neumonía grave. Mis padres y hermanos consiguieron pasaporte y tenían una fecha fija de embarque. Solo yo no pude ir, así que de repente se cambió el plan y me tocó quedarme con mis abuelos. Mis hermanos mayores y yo los tres nos quedamos con mis abuelos, y mis padres regresaron a los Estados Unidos con mis dos hermanos menores.

En ese momento comenzó la guerra y nos quedamos separados. Mi padre fue enviado al campo de concentración Tule Lake cuando comenzó la guerra. Luego, cuando le preguntaron: «¿Juras lealtad a los Estados Unidos o lealtad a Japón?». Creo que contestó: «Juro lealtad a Japón». Por eso, para Estados Unidos, mi padre era la clase de inmigrante menos deseable.

No hubo ninguna comunicación personal entre nosotros y no hubo ninguna noticia de mis padres, por lo que desconocí la situación de ellos por un tiempo. Luego, a través de la Cruz Roja Internacional, me llegó una postal que mis padres mismos escribieron a mano, Decía: «Ahora estamos en un campo de concentración estadounidense», Era una correspondecia simple, pero ennumeraba los nombres de toda mi familia diciendo: «Estamos bien. No se preocupen», gracias a la Cruz Roja Internacional, nos enteramos de cómo estaban.

Fui a la escuela primaria en Fuchu y cursé 4º, 5º y 6º grado. Entre mis compañeras de clase había una pariente lejana mía llamada Kazumi Nanba y sus hermanos habían egresado de la secundaria inferior prefectural Nº1 de Hiroshima (Ichichu), así que siempre tenían preferencias por Ichichu. Copiando el ejemplo de ellos dije: «Yo también voy a Ichichu», El maestro dijo: "Está bien", y envió una solicitud. Aprobé el examen oral porque pude responder sin problema. 

La movilización estudiantil fue como una materia más. Desde el segundo grado en Ichichu nos mandaron a ayudar en el depósito de armamentos. Incluso mis compañeros de clase con buenas notas pasaban a la escuela superior a partir del cuarto grado, pero yo quedé en primaria y tan pronto como pasé al quinto grado, todos fuímos enviados al Arsenal Naval de Kure en el marco de la movilización de estudiantes. La mitad de los estudiantes fueron enviados a trabajar con máquinas de torno, y la otra mitad a fabricar calibres para el trabajo de torno.
A mí me asignaron para los calibres.

A principios de julio, llegaron a Kure alrededor de 100 aviones B29. Toda la ciudad fue reducida a cenizas.

【6 de Agosto】
Por la mañana del 6 de agosto llegué a la escuela en tren como siempre, y alrededor de las 7:30, todos estábamos revisando nuestros cuadernos esperando a que llegara el profesor a las 8. Eran alrededor de las 8 cuando el profesor estaba escribiendo en la pizarra y fue en ese momento cuando cayó la bomba atómica.

En esos días los B29 volaban sobre el cielo de Hiroshima casi todos los días en vuelo de reconocimiento. Como esto pasó alrededor de las 8 de la mañana, yo pensé que sobrevolaban como siempe. Estaba en el escritorio de la tercera fila desde la ventana, cuando les pregunté a las personas en los asientos de la ventana me dijeron: «Son los mismos de siempre», por lo que pensé que eran los aviones de reconocimiento. 

Los B29 de alas plateadas pasaron por Hiroshima y se cancelaron las alarmas y las advertencias de ataque aéreo, en ese instante afuera todo se volvió tan brillante Pensé: «¿Qué es esto? Alguien se equivocó en la cantidad de magnesio y lo quemó todo al tomar la foto afuera; por eso brilló tanto», Brilló tanto que pareció que el mundo entero se volvió blanco; yo no supe qué hacer. No podía ver mis manos, no sabía dónde estaba, solo sabía que mis pies estaban en el suelo. Luego, cuando me levanté y traté de recobrar mi equilibrio, todo mi cuerpo se calentó mientras venía entrando calor desde la ventana. Los que estaban junto a la ventana decían: «¡Hace mucho, mucho calor!». Yo también empecé a sentir el calor. Como era insoportable traté de agacharme inclinando la cabeza. Al tocar el suelo con mi cabeza hubo una explosión y todos los edificios quedaron destruidos. Cuando el edificio colapsó, quedamos sumidos en la oscuridad total. No pude ver nada ni hacer nada al respecto. Creo que todos nos quedamos quietos por un tiempo. No me interesé mucho por los demás. No sabía qué hacer. Me había golpeado fuerte la cadera y no podía moverme, así que me quedé quieto un rato. 

Después de un rato, una luz rectangular entró desde la entrada del salón de clases del segundo piso. «Ah, allí está la salida», pensé. Sin embargo, los escritorios y las sillas estában desordenados. Pasé por debajo de la gran estructura de madera de la escuela derrumbada y fui para salir. Fui hacia la entrada del salón de clases oyendo las voces enojadas de todos y las de mis amigos que se movían adoloridos. Luego, cuando salí del aula y di un paso, me di cuenta de que ya estaba sobre el suelo. Estaba en el salón de clases del piso superior, y de repente ante mis ojos el sol del pleno verano se reflejaba en el suelo. El piso de la planta superior estaba tocando el suelo.

Unos 5 o 6 compañeros ya estaban afuera. Al verme fijamente la cara me dicen: «Nanba, estás mal herido», Pregunté: «¿Qué pasó?». Me contestaron: «No te salvarás si sangras tanto», Cuando me miré, mi cabeza y mi cara estaban cubiertas de sangre muy roja. Me pregunté si estaba mortalmente herido. Me dijeron: «No te vas a salvar», Me deprimí y pensé que era mi fin. No había nada para primeros auxilios pero como primera medida me rompieron la camisa para ver de dónde venía la sangre. También revisaron mi cabeza y dijeron: «No estás sangrando por ninguna parte. Te quedaste cubierto con la sangre de otras personas». Al oir eso recobré mis ganas de vivir como si me hubiese convertido en otra persona, Me levanté enseguida sabiendo que me había salvado. 

【A la casa de mis parientes en Koi.】
La casa de mis abuelos estaba en Fuchu-cho, al otro lado de la montaña. Sentí que escapar en esa dirección sería peligroso porque me podría atrapar el fuego así que desistí de ir hacia el este y decidí escapar al oeste, Salí raudamente por el portón de la escuela rumbo al oeste. En el camino hacia el oeste había una localidad llamada Koi. Cerca de allí comenzó a caer una lluvia negra, Bajo esa lluvia la sangre de la camisa que yo vestía se fue borrando y en cambio el color se volvió gris debido a las enormes gotas de lluvia negra. Finalmente salí a la carretera nacional de Koi. Como si esa bomba me estuviese persiguiendo por detrás, me escapé corriendo de prisa bajo la lluvia que hizo refrescar el tiempo en pleno verano. Cuando llegué a la zona de Inokuchi estaba muy agotado y justo dejó de llover. 

Yo que sufrí los bombardeos estando en el Arsenal Naval de Kure, solo podía imaginar que la bomba de Hiroshima debió ser muy grande para quemar y destruir una ciudad entera con una sola detonación. Pero como ya no hubo más bombardeos, decidí que podía volver a casa sin peligro. Regresé con paso firme a mi casa. 

Cuando llegué a Koi, recordé que mi tío Hideo Kawamoto vivía en Koi Nakamachi así que pasé por allí. El tejado de la casa se había derrumbado, el techo se había levantado y todos los tatamis estaban desparramados. Me di cuenta por primera vez que mi primo estaba acostado en un tatami con la cara llena de quemaduras. «Llegó a casa dentro de una hora después de la caída de la bomba», dijo mi tío. Su rostro estaba todo quemado y ennegrecido, su piel bajó hasta la parte inferior de su mentón mostrando una nueva piel rosada. Sus manos también estaban quemadas y su piel colgaba de las uñas de cada dedo, Sus párpados estaban tan hinchados que no podía ver. «Fue este niño el primero en llegar a casa», dijo mi tío. «Tengo sed. Dame agua por favor», suplicó mi primo, pero beber mucha agua pone la vida de un paciente quemado en peligro, así que mi tío solo humedeció sus labios con un pincel. Eso lo puso contento, Mi primo parecía tan cansado y no podía ver nada. Yo lo cuidaba mientras lo escuchaba a él contando todo lo que le había pasado.

Entonces llegaron sus hermanas mayores. Una de ellas estaba en el Banco de Japón al momento de la explosión que la hizo volar. Su cabeza golpeó contra el suelo de granito y quedó aturdida. Un vecino la vio y la trajo a casa en su bicicleta. La otra hermana estaba quitando las malezas en un campo de papas (patatas) cerca de su casa. Su rostro fue cortado de la boca hasta la oreja por unos vidrios que volaron por la explosión. Sangraba profusamente. A mi tío se le ocurrió usar su ropa interior y atarla para detener la hemorragia y la trajo a casa. Todo esto causó gran conmoción en casa. 

【La tragedia de la explosión atómica y la indignación】
Les dije: «Ahora me voy. Mis abuelos deben estar preocupados por mí». Mis tíos estuvieron de acuerdo: «Sí, es mejor que vayas». Sin embargo las intensas llamas me impidieron ir de regreso a Hiroshima desde Koi. Así que tomé un desvío a través de Mitaki y Yokogawa, y en el camino, por primera vez me encontré con niños heridos. Muchos eran del primer o segundo año de secundaria. Todos vestían ropas rasgadas y algunos caminaban desnudos. Sus pieles quemadas colgaban de sus uñas y de sus mentones. Todos los niños caminaban con su piel colgando de esa manera y no podían ver bien. Vi a unos cuantos así.

Pensé: «¡Qué barbaridad! ¡Quien fue el que hizo semejante cosa!». Hasta ese momento no se me había ocurrido pensar así pero al ver eso por primera vez me indigné mucho. Vi a un chico a quien le habían volado una mano. Se escapaba corriendo y al parecer sin sentir dolor aunque se le veía los huesos de su brazo.

Y una madre con su chiquito en brazos debió haber corrido a meterse adentro de un tanque de agua hecho de hormigón a prueba de fuego para protegerse del intenso calor. Pero estaban muertos, con sus cuerpos medio quemados. Vi esa escena de horror cuando escapaba en dirección a Yokogawa. Fue la primera vez que pude reconocer a víctimas y sobrevivientes de la catástrofe.

【De regreso a mi casa en Fuchu-cho】
Justo a las 8 de la noche llegué a la casa de mis abuelos. El sol se había puesto por completo y cuando abrí la puerta trasera vi a mi abuelo al frente del altar budista con una vela encendida recitando sutras. Por fin en casa oí a mi abuelo llamándome: «Wataru». Le contesté: «Ya volví».
«¿Eres Wataru?», me dijo de nuevo y yo le contesté «Sí». Entonces me preguntó: «¿Tienes piernas?». Cuando le dije: «Sí las tengo», enseguida bajó volando descalzo y me dijo: «¡Idiota, cómo es posible! ¿Dónde estuviste hasta ahora?» me golpeó la cabeza llorando. 

Mi abuela calentó agua para bañarme y uno por uno removió los pedazos de vidrio de mi cabello con sangre coagulada. Pero por más que me lavaba no podía terminar de quitarme todos los vidrios. Tomó mucho tiempo. Había docenas y docenas de trozos. Cuando quedé sin vidrios terminé tan cansado que después de comer algo caí dormido como un tronco. 

Desde el 9 de agosto quedé postrado en cama porque no podía ponerme de pie. Estoy seguro de que eso fue por efectos de la radiación de la lluvia negra que me cayó en Koi. No podía mover mi cuerpo; no podía levantar mis brazos ni siquiera cuando una mosca se posaba sobre mi nariz.

【Regreso a Estados Unidos, posterior reclutamiento y nueva estadía en Japón】
La derrota de Japón se definió el 15 de agosto de 1945 y, en septiembre, un soldado estadounidense de la segunda generación de inmigrantes japoneses del barrio de mis padres visitó la casa de mis abuelos. Me trajo un gran mensaje : «Tu padre y tu madre están bien».  Cerca de un mes después del fin de la guerra el soldado hijo de inmigrantes japoneses vino a decirme que mi familia estaba bien. Según el soldado, ellos oyeron el rumor de que Hiroshima no sería habitable durante los próximos 75 años. Así que mis padres decidieron no volver a Japón y quedarse a vivir en EE.UU.

Mi profesor de la Escuela Técnica de Hiroshima era graduado de la Universidad de Hokkaido, por eso yo también estudié para ingresar a la Universidad de Hokkaido («Hoku-Dai»). La Guerra de Corea ya había comenzado. Había una base militar estadounidense en la ciudad de Chitose en Hokkaido, por lo que la ciudad era muy concurrida. Después de egresar de la universidad el consulado de EE.UU. insistía continuamente en preguntarme: «¿Cuándo volverás a EE.UU.?», Al final volví a EE.UU. justo después de graduarme de la universidad porque quería ver mi lugar de nacimiento y saber cómo estaban mis hermanos.

Luego, después de dos meses en EE.UU. recibí una orden de reclutamiento del presidente Truman. Fui convocado a servir en la Guerra de Corea e ingresé al cuartel de Fort Ord cerca de Monterrey. Después de cuatro meses de entrenamiento básico, llegué a Yokosuka en un buque de guerra de la Armada de EE.UU. Desde Yokosuka entré a la base del ejercito en Asaka, cerca de Tokio, y alli esperé las órdenes. Un mes después llegó la orden y me subieron a un tren, me enviaron a una base en Chitose, Hokkaido, y me dijeron: «Venga a Sapporo para un examen de intérprete», y así lo hice. Al aprobarlo ingresé al departamento de inteligencia.
El P.I.O. (Oficina de Información Pública) siempre recurría al departamento de inteligencia cuando necesitaba intérpretes. Me asignaron el puesto inmediatamente y empecé a trabajar en su Oficina de Información Pública.

Creo que si hubiese ingresado a una universidad en EE.UU. y no hubiese sido reclutado, jamás habría adquirido la competencia para hablar bien en japonés y no me habría ido bien en el trabajo. Una vez ya en la milicia tuve que hablar muy bien. Y no podía hablar mal porque si no me enviarían a lugares peligrosos. Por eso hice lo mejor que pude. Gracias a ello, me alegro de haber podido ingresar a la sociedad como ingeniero, rindiendo en mi trabajo sin diferencia con los demás.

【Entre Estados Unidos y Japón】
En esos días muchos estadounidenses sentían que EE.UU. era «el número uno» por haber salido victoriosos en la guerra. Algunas personas trataban de confirmar esta justificación preguntándome: «Qué bien que estuvo eso, ¿verdad? Tiramos las bombas para terminar la guerra rápido». Yo había sufrido la espantosa crueldad de aquella bomba, tratando de escapar corriendo, así que cuando me pidieron que esté de acuerdo con la justificación de ellos («¿No te parece que salvamos a Japón con esas bombas?») no pude evitar sentir enfurecimiento e indignación. Dejé de hablar con esa clase de gente porque pensé que no me ayudaría en nada. Decidí no hablar más del tema. Los ingenieros por lo general no les daban importancia a ese tema y con el tiempo se extendió el rumor de que «a Nanba no le gusta hablar de su experiencia de la bomba atómica así que no toquen ese tema con él». Por suerte no conocí más esa clase de gente.

【Efectos de la explosión atómica y ansiedad】
Cuando me hice un análisis de sangre me encontraron una brusca caída de glóbulos rojos y me dije: «¡Ay, me salió eso!». En ese entonces aparecieron muchos artículos en revistas de EE.UU. que informaban de los síntomas de la bomba atómica que se registraban en Japón y yo las había leído. Por eso me di cuenta de que yo tenía esos síntomas. Cuando pregunté a médicos estadounidenses en qué forma los núcleos atómicos pueden dañar a los humanos  No había ni un solo doctor en medicina en EE.UU. especializado en enfermedades causadas por la bomba atómica. Me vine haciendo análisis de sangre todos los años desde mis 32 o 33 años de edad hasta ahora. Después de todo, me sentía inseguro con respecto a mi salud todos esos años por mi exposición a la radioactividad. Especialmente al pensar en mis hijos, si algo raro les pasase sería un problema si yo no llego a poder responsabilizarme como padre.

【Lo que quiero transmitir】
Al parecer mis hijos hablaban de mi experiencia de la bomba atómica en la escuela y los maestros me pidieron que yo ofreciera una conferencia especial. Estuvieron muy contentos de que aceptara. La mayoría de los alumnos no tenían idea de las bombas atómicas y sus consecuencias. Y después de todo, ¿acaso no es el deseo más básico de todo el mundo tener una linda familia en la que los padres pasen el tiempo con sus hijos sin preocupaciones? Pero no es bueno tener estas fuerzas nucleares que nos llevan a un paso de la extinción. Por eso quisiera que todos nos preocupemos por la fabricación de estas bombas.

Las bombas atómicas fabricadas después de la de Hiroshima las hacen parecer a ella muy pequeña en comparación. Si se arrojasen bombas 20 veces mayores sus efectos dañinos serían incalculables incluyendo la peligrosa propagación radioactiva. Tenemos que insistir en tomar acciones para que esto no suceda de nuevo a nuestros hijos y nietos. Eso es lo que deseo. Los seres humanos no deberíamos tener un arma tan escalofriante que propaga radiactividad.

Traducción: Naoya Takahashi
Supervisión de traducción: Tomoko Aikawa, Iván Cárdenas
Coordinación de traducción: NET-GTAS (Network of Translators for the Globalization of the Testimonies of Atomic Bomb Survivors)
 
 

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