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TSUBOI Sunao (TSUBOI Sunao)
Sexo Masculino   Edad al momento de sufrir la bomba atómica 20 
Fecha de grabación 1988.8.1  Edad al momento de la grabación 63 
Lugar donde fue expuesto a la bomba atómica Hiroshima(Distancia desde el hipocentro:1.2km) 
Hall site Sala Nacional de la Paz en Memoria de las Víctimas de la Bomba Atómica de Hiroshima 
Dubbed in Spanish/
With Spanish subtitles
With Spanish subtitles 

El Sr. Sunao Tsuboi tenía en aquel entonces 20 años de edad. Sufrió la bomba atómica en Minami Takeya-cho a 1.2km del hipocentro. El 6 de agosto se había instalado un puesto de socorro en el Puente Miyuki, y muchas personas recibían primeros auxilios y eran trasladadas a Ninoshima. El Sr. Tsuboi quien fue testigo de la escena desastrosa en el puente Miyuki, dice que comprendió lo horroroso que es la educación que impulsa a las personas a la guerra. Ese fue después de la guerra, el primer paso en su esfuerzo como maestro por trabajar en la educación de la Paz.

En la mañana del 6 de gosto, yo estaba pasando precisamente por el lugar de la entrada norte de la universidad, me encontré con la bomba atómica en la calle.Era un día extremadamente caluroso. No sé en el preciso momento, pero en la base del color de la luz de magnesio, los colores rojo, amarillo y verde eran muy bonitos.Pero decir que eran bonitos, es una expresión rara. Esa luz, me cubrió de golpe desde arriba. Creo que fui lanzado, sin embargo en ese momento tenía la idea de haberme tendido en suelo. Me arrojó hasta casi dos pasos al frente de una casa, pasando la acera. Cuando me di cuenta, la casa se estaba derrumbando completamente. Iba de izquierda a derecha dentro de las tinieblas. Después de 10 minutos, la espalda me picaba y dolía por eso me quité la camisa. Entonces la camisa todavía estaba ardiendo. Probablemente estuve huyendo de un lugar a otro por 10 minutos con el fuego en la camisa. Me sorprendí tanto que no me había dado cuenta del dolor en la espalda. En ese momento, escuché la voz de una señora que había quedado debajo de la casa derrumbada diciendo: "¡Ayúdeme!" Pensando que tenía 20 años y era lo suficiente joven para ayudar a las personas, fui inmediatamente al lado de la casa derrumbada, no obstante aunque escuchaba la voz no veía su imagen. Escuché la voz muchas veces. No podía levantar yo solo la parhilera y las otras cosas, por eso viendo a los alrededores pedí ayuda. A pesar de eso, unas personas con las caras fangosas y las manos al frente se presentaron ante mis ojos. Hasta entonces no había pensado que nos habían dañado, sin embargo en ese momento comprendí que una bomba había caído cerca de mí. Pedí ayuda pero, todos tenían la apariencia como de fantasmas y por eso quizás estaba aturdido. Tenía la intención de ayudarla, pero pensé que era imposible hacerlo solo y aunque sentía pesar, me marché del lugar. Todavía no se me olvida esa voz. Siempre que hablo de esto, se me aparece en los sueños. Todavía permanece en el fondo de mi mente. Pienso de verdad que actué miserablemente.

Cuando iba caminando, sentía que pateaba algo suave y eran las manos y otras cosas de las personas. Habían volado manos, cabezas y también había una persona, muy entrada en años, a la que se le había clavado una tabla en el pecho y cada vez que respiraba el pulmón le salía y le entraba. Creo sin duda que esa persona se murió. Pensé en ir a la escuela pero, poco a poco se me quitaron las fuerzas para caminar y por eso me senté en la sombra de un árbol. En ese momento, escuché por la gente de que en el Puente Miyuki habían hecho un lugar para asistencia médica. Hasta el Puente Miyuki habían de 200 a 300 metros, por eso hice esfuerzos para recobrar energías y fui. Llegué al Puente Miyuki, y muchos miles de personas se aglomeraban. Era un puesto de asistencia médica, pero no había ni techo. En la intersección de 5 calles había una plaza, y allí se había reunido la gente. En ese momento, el grupo de asistencia médica había traído aceite y lo untaba afanadamente sobre las quemaduras. Ese aceite era el aceite de la máquina del tren. Después de eso vinieron varios camiones, y lo que pasó con esos camiones nunca lo podré olvidar. Los soldados se bajaron de los camiones. Y dijeron a grandes voces, como dando una puñalada en el pecho: "¡ En este camión sólo se podrán subir los muchachos jóvenes, sólo los jóvenes, no se deben subir las mujeres ni los niños, tampoco los viejos !". Bajaron a todos los ancianos y las señoras que habían puesto los pies en el camión. Desde arriba del camión un hombre de 40 a 50 años, trató de subir a una niña estudiante de la primaria tomándola de la mano. Pero el soldado los separó a la fuerza diciendo: "¡No debe subir a la niña!". Parece que era el padre y la hija. El camión salió en esa misma forma. Alguien dirá que por qué el padre no se bajó del camión, sin embargo estábamos en guerra y pensarían que era falta de virilidad, era una cosa muy peligrosa ponerse en contra del ejército, pues la policía lo arrestaría y lo harían pasar por antipatriota. Pues ese padre también fue educado así, y tal vez por eso no pudo tirarse del camión junto con su adorada hija. Los hombres no eran tratados como seres humanos, mi indignación se solidificó en contra de esta guerra que al parecer ignoraba los derechos humanos.

Me desmayé muchas veces, pero mi compañero de clase me dijo: "¡Oye, Tsuboi!, ¿qué te pasa?", y volví a recuperar el sentido. Fui alentado por mi compañero de clase, y como era un hombre joven me subieron dentro de ese camión, y me llevaron a la Unidad Naval del Ejército de Ujina. Habían tantas personas que, era una situación en la que no se podía hacer nada. Allí encontré a mi amigo. Dentro de decenas de miles de personas que hay, me parece que no hay probabilidad de encontrarse con uno. Este amigo en la actualidad vive en la zona de Tokyo. Ese amigo me cargó en sus espaldas, escapando desde Ujina hasta Ninoshima. Cuando se recibía asistencia médica en Ninoshima, se iba caminando por sí solo y le hacían tratamiento untando mercurocromo, etc. Tenía que ir caminando, por eso no me dieron asistencia médica. Los pacientes graves como nosotros no podíamos movilizarnos, por eso no pude recibir ningún tratamiento médico hasta regresar a la casa. Las moscas venían volando, ponían huevos sobre las heridas y salían bastantes gusanos. También brotaron bastantes gusanos entre mi carne y mi piel. Mi madre los sacaba con una pinza, pero los gusanos mordían la carne y me dolía. Dolía pero  tenía que soportar, pues si no los quitaba los gusanos iban a nacer en todo el cuerpo y moriría. Eso también me pasó a mí. Un estudiante, cuando se le llegó la hora de morir, a pesar de que hasta ese momento había estado sacando voces como si estuviera a punto de morir, se levantó de repente y salió corriendo hacia la pared arrojándose contra ella y se mató. ¿Por qué habrá hecho eso? Antes de arrojarse decía "¡Al ataque...!". Eso quizás fue con la sensación de estar en la guerra. Esto es lo peligroso de la educación militarista. También vi escenas en las que aun estando a punto de morir, iban corriendo al mismo tiempo que decían: "¡Al ataque...!", "¡Venzamos al enemigo...!"y se caían muertos. Además esto me hizo sentir que la guerra y la educación eran muy espantosas, y también lo importante que es la educación.

Me pude comunicar con mi provincia y mis padres contrataron una barca y vinieron junto con familiares hasta Ninoshima. Dicen que cuando les averiguaron en la portería, les dijeron que yo no estaba. Mis padres tenían que buscar viendo dentro de decenas de miles, cientos de miles de personas que habían sufrido la bomba atómica. Sin embargo, las caras estaban deformadas y aunque buscaran y buscaran no me podían encontrar.Al llegarse la tarde los parientes regresaron. Mis padres se quedaron pero, no pudieron hacer nada. Las personas iban muriendo poco a poco, y los cadáveres al principio se quemaban en Ninoshima, pero en ese tiempo las personas que hacían ese trabajo de quemar y también el aceite para quemar estaban agotados, por eso sólo ponían los cadáveres dentro de los refugios antiaéreos y en los campos para cultivos. Mis padres no me encontraron aunque habían buscado viendo los cadáveres uno por uno. Pensando que era imposible, hicieron los preparativos para regresar y por último echaron un vistazo en cada cuarto y sin pudor ni discreción me llamaban por mi nombre. Con la voz de mis padres, me di cuenta recobrando el sentido sólo en ese momento y levantando la mano respondí "Aquí estoy...", entonces volví a perder el conocimiento. Por el fervor de mis padres en ese preciso momento recobré el sentido, y pude salvarme.

El 10 de enero del siguiente año, me pude sentar, y pararme sosteniendo las puertas, y caminar un poco lo pude hacer aproximadamente en marzo. Cuando regresé a la casa, se me peló la piel de la cabeza, por las quemaduras que tenía en todo el cuerpo desde la espalda hasta los pies, no me salvaría y el doctor también me dijo muchas veces:"Ya no se salvará por nada del mundo","Ya no pasará de esta noche". También he ingresado al hospital muchas veces. Cuando ingresaba, aunque un día estuviera bien, trabajando normalmente, muchas veces en el siguiente día caía desplomado. No sé por qué causa. Por ejemplo también pasó que, fui a trabajar y regresé a casa, comí, vi la televisión y cuando trataba de dormir leyendo el periódico en la cama, de repente sentí algo raro en la garganta. Entonces, sangrando me llevaron en la ambulancia al Hospital de la Prefectura. En el Hospital de la Prefectura, también me decían que no sabían por qué me salía tanta sangre. Me salió tanta sangre que, las telas de algodón que me dieron en la ambulancia se pusieron todas rojas. No era que me salía sólo un poco de sangre de las encías. Era una vida de posguerra, en la que parecía que nos perseguía la intranquilidad, no sólo físicamente sino también mentalmente. Siento verdaderamene que, lo horroroso de la radiación, no sólo son los problemas físicos, sino que con el tiempo también nos vuelven extraños mentalmente. Hasta ahora, por fin he sobrevivido gracias a todas las personas.

Esto quiere decir, cómo la guerra hace que un ser humano no sea humano. La guerra tiene en poco la vida del hombre, sin duda en el estado de vida o muerte, y también aunque sobreviva. Por eso sintiendo que la educación es una cosa terriblemente importante, y por el motivo de dedicarme a todos me hice maestro. Creo que no me hubiera hecho maestro sólo con el sentimiento de corresponder el favor recibido. Elegí el camino de la maestría, porque creo firmemente que el poder de la enseñanza  ocasiona guerras como ésta. Convertido en maestro estoy aprovechando la oportunidad de estar en contacto con los estudiantes y los padres de familia y haré todo lo que pueda por apoyar la Paz.

 
 

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