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Aquél suceso de verano, que no logro olvidar aunque quiera 
SHIMOTAKE Chiyoko (SHIMOTAKE Chiyoko ) 
Sexo Femenino  Edad al momento de sufrir la bomba atómica 24 
Año de la escritura 2009 
Lugar donde fue expuesto a la bomba atómica Hiroshima 
Hall site Sala Nacional de la Paz en Memoria de las Víctimas de la Bomba Atómica de Hiroshima 

● La vida durante la guerra
Yo nací en el año 1921 (año 10 de Taisho), en la Prefectura de Hiroshima, Distrito de Yamagata, Pueblo de Tonoga (más tarde Pueblo de Kake y en la actualidad Pueblo de Aki Ota)

Alrededor de los años 15 al 16 de Showa ( 1940-1941), me alejé del hogar de mis padres para ir a vivir a la Villa de Tsutsuga ( actual Pueblo de Aki Ota) a la casa de una profesora famosa por ser estricta en la manera de dirigir. Viviendo allí aprendí la ceremonia del té, el arreglo de flores y también otras reglas de cortesía y buenos modales. Pienso que todas esas cosas me sirvieron de mucho en la vida.  Años más tarde, después de la muerte de la profesora, el Director  de Educación de Tsutsuga me pidió que ocupara el cargo en la enseñanza. El pueblo me pagaba un salario por hacerlo, pudiendo así tener ingresos.

Entre tanto, conocí al sobrino del Alcalde de Tonoga, el jóven Hisashi Kawamoto, con quien contraje matrimonio en mayo de 1944 (año 19 de Showa). Tuve contacto con él gracias a que mi padre trabajaba en la Alcaldía de Tonoga. De casada viví en la Ciudad de Hiroshima, en el barrio de Hijiyama Honmachi, cerca del puente Tsurumi con mi esposo y sus padres (mi suegro Kamesaburo y mi suegra Sekiyo). Mi esposo tenía una relojería, pero como se decía que no eran necesarios tantos negocios del mismo ramo en el barrio, mi esposo salió a trabajar afuera. También por lo difícil que era la situación en esa época, las mujeres también teníamos que trabajar, por eso al mes de casada empecé a trabajar en el Departamento de Artillería de la Armada de Kasumi-cho, en donde también trabajaba mi suegro.

● Antes de la caída de la bomba atómica
La familia a la que yo había entrado también era de Tonoga. Mi suegra tenía planeado regresar a la casa de sus padres el 3 de agosto, pero en la mañana de ese día de pronto me dijo: “ Regresa tú primero. Yo lo podré hacer por unos diez días durante el Obon”. (fiesta budista de los difuntos). Y fue así como yo pude regresar a la casa de mis padres en Tonoga del 3 al 5 de agosto. Cuando iba cruzando el puente de Tsurumi, mi suegra vino para alcanzarme y entregarme una sombrilla para el sol, en buen estado, diciendo: “ Si la dejo en Hiroshima, no sé como quedaría en caso de que nos bombardeen, mejor déjala en tu casa. Y mándales mis saludos a tus padres, no dejes de regresar en el día prometido (el día 5)”. Éstas fueron sus últimas palabras, pero en ese momento yo nunca lo hubiera imaginado.

Estando en la casa de mis padres, siempre quería quedarme más días y descansar por eso decidí regresar el 5 en el último autobús, por la noche. Pero en el momento de regresar, me negaron subir al vehículo y no tuve otra que regresar nuevamente a la casa. Al ver que no había regresado en la fecha prometida, mi padre me regañó muy severamente diciendo: “¡Siento mucha pena por tus padres Kawamoto!. ¡Quién no sabe cumplir sus promesas no sirve!” Y envió un telegrama diciendo que yo, Chiyoki, regresaría el día siguiente sin falta.

● Del 6 al 9 de agosto.
Al día siguiente (6 de agosto), no me apresuré en partir temprano por la mañana a pesar de que ya había pasado el día prometido. Pero creo que si lo hubiese hecho, hubiera sufrido el bombardeo atómico un poco más cerca del lugar. Y llegó la hora 8:15. Sentí como un resplandor y luego un sonido muy fuerte y retumbante. Al momento ví unos trozos de papel rotos y quemados volando con las palabras “Ciudad de Hiroshima”, y pensé que algo había sucedido en Hiroshima. Más tarde, como lo habíamos imaginado, recibimos la noticia de que algo terrible había ocurrido. Yo quise regresar a Hiroshima, pero nos enteramos de que el estado del lugar no era como para que las mujeres y los niños pudieran caminar por allí, entonces mi padre caminando se adelanto en ir para ver la situación de la ciudad. Primeramente fue a la casa en donde yo vivía en el barrio de Hijiyama Honmachi, la cual encontró destruída por el fuego. Entre las ruinas encontró un pequeño cartel que decía que estaban en los dormitorios del Departamento de Artillería, y dirigiéndose al lugar pudo encontrarse con mi esposo y mis suegros. Pero mi suegra había sufrido quemaduras muy graves y estaba a punto de morir. Mi padre después de ver el estado de mis suegros y esposo también fue a ver a mi tío, en el barrio de Higashi Hakushima. La casa del tío estaba completamente destruída y se encontraba refugiado cerca de Koi. Mi prima, que participaba en la Movilización Estudiantil y se dedicaba a la demolición de edificios, había muerto.

Después de andar por varios lugares, mi padre regresó a Tonoga. Al enterarme por él que mi esposo y sus padres estaban en los dormitorios del Departamento de Artillería, partí hacia la ciudad de Hiroshima en autobús y tren (línea de Kabe) por la mañana del 8 de agosto. En una plaza en frente de la Estación de Kabe, habían acostado a bastantes personas mal heridas, a punto de morir.  En sus cabeceras sólo habían puesto una lata de conservas. Ninguno tenía fuerzas como para responder a los llamados de las personas que se asomaban en busca de sus familiares. Al ver a tantos heridos, hizo que me preocupara por mi familia.

El tren paró en la Estación de Mitaki y allí bajaron a todos los pasajeros. Desde ese lugar, cargando las ciruelas secas encurtidas, el arroz y otros alimentos que me habían dado en casa de mis padres, me dirigí a los dormitorios del  Departamento de Artillería. Sin embargo todo alrededor eran campos incendiados y no sabía por donde caminar, pues no encontraba los edificios con los que podía guiarme hasta el lugar. Ví que estaban quemando algo y me acerqué para ver si podía preguntarle a alguién, pero lo que estaban quemando eran cadáveres. En todas partes, sin importar el lugar se estaba haciendo eso. Sobre el puente, en los costados de las calles, en los arrozales, en varios lugares. No sentía nada al ver los cadáveres quemándose, ni siquiera mal olor, seguramente mis sentidos estaban paralizados en ese momento.

El día 9 a las 3 de la madrugada, por fín, llegué al Departamento de Artillería. Mi suegra había fallecido, pero su cuerpo todavía permanecía en ese lugar porque sólo habían pasado unas cuantas horas desde su muerte. En el momento que cayó la bomba atómica, ella estaban afuera en la huerta y por eso había sufrido quemaduras en todo su cuerpo;  su mentón y su pecho estaban completamente quemados y su aspecto era horroroso. Según mi suegro, al dejar de oir sus gemidos, prendió una vela para verla y la encontró muerta. Al día siguiente, él armó una caja de madera en donde ubicó el cuerpo y luego lo quemó en el campo de patatas.

● La muerte de mi esposo
Mi esposo había estado dentro de la casa y no había sufrido quemaduras, tampoco se le veían heridas. Había salido a socorrer a su madre que estaba trabajando en la huerta al oir los gritos de dolor.

El 15 de agosto me desperté a las 5:00 de la mañana. Mi esposo me dijo: “No es necesario que te levantes tan temprano”, pero quise preparar unas bolas de dulces de harina de arroz (dango) para ofrendarle a mi suegra, por ser los primeros siete días de su muerte. Luego preparé un arroz aguado para los tres y llamé a mi esposo para comer, sin embargo no me contestó. Habíamos estado durmiendo en una habitación de tres tatamis los tres juntos. Pero mi esposo había fallecido sin que ni mi suegro ni yo nos diéramos cuenta. Quisimos incinerar su cuerpo lo antes posible, porque las moscas se posaban en él, por eso aunque murió en el día 15, presentamos el aviso de defunción como si hubiera muerto el día 14, y ese mismo día lo incineramos. Esta vez también dentro de una caja de madera hecha por mi suegro. Como para él había sido muy duro prender el fuego cuando quemamos a mi suegra, ésta vez me pidió que yo lo hiciera. Sin embargo me resistía a la idea de quemar a una persona que había estado respirando hasta esa mañana. Aún así tenía que hacerlo y prendí el fuego. No podía mantenerme allí al comenzar a quemarse, pero me temblaban tanto las piernas que no podía ponerme de pie ni caminar. No tuve más remedio que regresar arrastrándome, pero el suelo estaba muy caliente porque estaban quemando cuerpos en todas partes, y sufrí quemaduras en las palmas de las manos, en las rodillas y piernas.

Al día siguiente cuando fuí a retirar las cenizas de mi esposo me sorprendí de no oir la alarma de precaución a pesar de que habían aviones enemigos volando cerca. Yo no supe por un tiempo que la guerra había finalizado.

● Cianuro de potasio para el suicidio
En el Departamento de Artillería repartían cianuro de potasio a todas las mujeres. Nos habían dicho que era para tomarlo en caso de recibir abuso de los soldados americanos, pués eso sería muy vergonzoso. Después de la muerte de mi esposo, me sentía inservible e intenté tomarlo. Mientras mi suegro estaba en la Municipalidad, presentando el aviso de defunción, llegué hasta beber el agua para luego introducir el cianuro en mi boca, pero pasó por mi mente lo que pensaría mi suegro si me encontrara muerta al regresar y me dije a mí misma que no debía morir, ya que tenía la obligación de cuidar de mi suegro y dejé de pensar en tomar el cianuro. Corté mi larga cabellera y la quemé junto al cuerpo de mi esposo diciendo: “Perdóname, yo no puedo acompañarte. Recibe ésto como mi sentimiento”. Creo que si no hubiera estado mi suegro, yo hubiera tomado el cianuro.

Al regresar a Tonoga, también llevaba conmigo el cianuro, pero uno de mis hermanos menores lo quemó diciendo que si lo dejaba cerca de mis manos no se sabía que podría pasar. El olor que se sentía al quemarlo, era algo inexplicable.

● La muerte de mi suegro.
Mi suegro había sufrido el ataque de la bomba atómica cuando estaba en el Departamento de Artillería, y se había quemado gravemente la espalda. Por eso siempre dormía boca abajo. Después de la muerte de mi esposo pensaba ir  con mi suegro a Tonoga, pero el 25 de agosto, mi suegro falleció. Yo aún tenía 24 años de edad, sin embargo había perdido a mi suegra, a mi esposo y a mi suegro. Había quedado sola y pensaba que ya podía morirme. Pero no pude hacerlo pués sentía la responsabilidad de llevar las cenizas de los tres a su lugar natal y entregárselas a sus familiares.

● Rumbo a Tonoga.
Con mucha dificultad el 6 de septiembre pude regresar a Tonoga con las cenizas de mi esposo y mis suegros. El velorio se hizo en la casa de unos parientes por parte de mi esposo. En ése entonces, yo estaba bastante delgada y no tenía buen estado de salud, por eso mis padres y todos mis hermanos me protegieron. Y creo que gracias a ellos pude vivir hasta estos días. Tener a los padres y hermanos es de verdad algo que hay que agradecer. Era un época en la que carecían los alimentos y se debía comer aunque no se tuviera deseos. Cuando todos comían yo también lo hacía, pensaba que me perjudicaba el no comer       y lo hacía a la fuerza. Creo que eso fue bueno.

Aún después de regresar a Tonoga, fuí con mi padre varias veces a la ciudad de Hiroshima, pero cierta vez, una persona que había sido prisionera de los extranjeros comenzó a perseguirme. Yo estaba muy cansada porque había estado caminando, además había pasado por lugares que habían quedado sin camino debido al tifón de Makurazaki. Tuve mucho miedo y escapé corriendo desesperadamente, pero nunca pude olvidar ese momento.

● Segundas nupcias.
En el año 32 de Showa ( 1957 ), me casé por segunda vez con un señor que tenía tres hijos, cuando el menor de ellos tenía dos años. Hasta entonces yo nunca había tenido trato con niños, por eso al principio pensé en rechazarlo. Pero al ver a los niños me parecieron muy bonitos y pensando además en que yo no podía tener hijos, e imaginando lo agradable que sería criarlos, decidí aceptar el matrimonio.

● Estado de Salud
Hasta ahora he tenido muchas preocupaciones sobre mi estado de salud. Visito a todo tipo de médicos. En el caso de la extracción de una muela o diente, el odontólogo de mi barrio me pide que vaya acompañada de un médico general, porque la sangre no para de salir.

Hace siete años atrás (en el 2001, año 13 de Heisei), me sometí a una intervención quirúrgica debido a un cáncer de ovario. Como se había propagado en el intestino, tuve que someterme a una operación muy grande, en donde me extirparon 50 cm. del intestino. El cáncer del ovario es una enfermedad muy difícil de curar, además se me había extendido hacia el intestino y fue un milagro el haberme salvado.

Cuando padecía del cáncer de ovario, la comida me resultaba amarga y últimamente me había vuelto a pasar lo mismo, por eso fuí al hospital y me diagnosticaron una obstrucción intestinal.

● Sufrir la bomba atómica.
No había sufrido quemaduras directas de la bomba atómica, pero las moscas ponían sus huevos en mis manos, piernas, espalda y varias partes de mi cuerpo; y por debajo de la piel salían bastantes gusanitos. Entonces sentía mucho dolor, como si los tábanos (insectos negros parecidos a las avispas) me picaran. Esas cicatrices todavía me han quedado en la espalda, por esa razón no me gusta ir a las termas ni a los baños públicos.

En los hospitales los médicos también, al ver mi espalda, me preguntan que me pasó; y al contestar que debido a la bomba atómica, algunos me preguntan que si en ese momento estaba con la espalda descubierta, pero por supuesto que no fue así.

La Paz es una cosa muy importante, pienso que no deben de haber guerras. Dentro de los hogares tampoco es agradable tener discordías, por eso debemos evitar toda discusión y tratar de estar en Paz.

 
 

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